22 de febrero de 2009

Todo y nada. Nada pero todo

Los seres humanos somos así. Siempre queremos más. Un mejor coche, una mejor casa, un mejor móvil, un mejor trabajo, la mejor esposa o el mejor novio. Siempre más y mejor. Yo la primera. Por eso cuando contemplas historias como las que a continuación relato, una abre los ojos, miro a mi alrededor, me miro a sí misma y me reprocho ese baremo vital que necesito continuamente superar, siempre anhelando, soñando, esperando, pidiendo, deseando. Pero no todo el mundo es así. Hay personas ante las que yo me maravillo, personas que no piden más de lo que tienen aunque eso a los ojos de los demás sea muy poco.

Personas como el señor que duerme entre cartones desde hace meses debajo de mi casa. Pocos en el barrio sabemos su nombre pero todos lo conocemos. Día y noche, siempre deambula por la misma zona e imagino que deben de ser pocos quienes en el barrio no les suene su cara. La suya y la de su infatigable amiga, la que siempre le acompaña, la que siempre le espera amarrada al semáforo mientras entra a comer algo. Es su perrita, a la que todo el invierno ha paseado de su mano ataviada con su abrigo de cuadros y ha arropado bajo los cartones junto a él durante los últimos meses. Pero un buen día la perra ya no estaba, dormía sólo, paseaba sólo. Inevitable preguntarle por ella. Con lágrimas en los ojos cuenta lo sucedido. Mientras dormía se la han quitado. Imagino que el estado de embriaguez en el que diariamente se haya, sería el culpable de que no se enterara de nada. Dos semanas después vuelve a tener compañía. Es su perra, la que me saludaba cada mediodía cuando de vuelta al trabajo me tocaba parar en el semáforo. La policía la ha encontrado en un barrio marginal de Sevilla, en el Vacie. Eso sí, le han dado un puñalada en el costado, pero parece ser que esta bien. El chip que este hombre se preocupó en ponerle parece ser que ha sido el responsable de que hoy en el barrio contemos de nuevo con su presencia, que ha logrado además cambiar la cara de este hombre que sin nada es feliz con su perrita de la mano.


Ojalá muchos aprendiéramos a ser feliz.

1 comentario:

Híspalis dijo...

La Felicidad está siempre a nuestro alcance, sólo que siempre queremos más.