
Es en ese momento cuando “la niña” descubre a alguien con quien compartir horas de charlas mientras ambas esperan puestas de sol como excusa para seguir ‘raja que te raja’. A alguien que sabe que con tan sólo descolgar el teléfono tendrá a su lado para escucharla. Y apoyarla, siempre. A alguien a quien confiar lo menos confesable. A alguien que pregunta lo justo, y que tan sólo lo hace en los momentos justos. A alguien con quien ríe. A alguien a quien comprende y la comprende. A alguien con la que compartir las quietudes e inquietudes más íntimas.
Es familia, pero es amiga. No hacen falta dar nombres, ni rangos familiares. Ella sabe quien es y es suficiente. Como no son suficientes las palabras que pueda aquí dejarle para agradecerle ese apoyo y ese oído que me ha prestado en muchos momentos de mi vida, a veces pedido, la mayoría ofrecido. Y esos son los que más valen. O al menos, los que más me valen a mí. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario