27 de enero de 2010

Bajas embarazosas

Alguien que yo me sé esta embarazada. Acaba de cumplir su quinto mes y repite lo que ya hiciera con su primera hija: una visita al médico de cabecera, una queja por allí y otra por acá, y baja médica que te crió. No volverá a trabajar hasta que cumpla las 16 semanas de baja maternal a las que tiene derecho. No es un caso excepcional, ni mucho menos. Porque como ella hoy son muchas las que hacen del embarazo no un estado, maravilloso por cierto, sino una enfermedad por la que se dan de baja, y por sistema, desde el sexto mes de embarazo. Y ojo, que no estoy diciendo con esto que para quien trabajar implique riesgos o molestias que realmente impidan llevar una vida normal no solicite la baja. Por supuesto que ha de hacerlo y por el tiempo que sea necesario. El problema llega cuando esas bajas se convierten en una práctica cada vez más generalizada, cuando esa práctica repercute en la decisión de los empresarios a la hora de contratar a mujeres en edad de gestación, cuando esa práctica da la idea de la embarazada como alguien con quien ya no puedes contar laboralmente.

Hoy, según un estudio reciente de la Fundación Madrina, los despidos de mujeres por causa de maternidad se sitúan en el 37%, siendo además de un 12% el porcentaje de mujeres que no pueden acceder al mundo laboral por el mero hecho de estar embarazadas. Lamentablemente “el embarazo se ha convertido en un factor de riesgo, y la maternidad en un factor de desigualdad y exclusión social para la mujer madre”, como afirma dicho estudio, pero lo cierto es que poco aportamos nosotras mismas abusando de barriga y tirando de baja hasta el final del parto, a sabiendas de que ningún médico nos la denegará. No dejemos que lo que por un lado tanto nos ha costado conseguir, lo perdamos por otro.

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